sábado, 21 de junio de 2025

REGRESIÓN

 Abro un maletín verde oliva, quizá de piel, y al instante se cuela en mi nariz un olor a laurel seco. Levanto el papel de seda que cubre como una colcha las prendas dormidas desde hace casi un siglo: baberos, camisitas, faldones azules y rosas pecosos de tiempo pero aún tiesos de almidón, bordados con flores y animales cándidos como de otro mundo parejo a este, me susurran “Dela ¿has cruzado el espejo?” No es el Conejo Blanco quien habla, sino una gata estrábica de hocico rojo vestida con un camisón de mangas tan largas que esconden sus patitas. “Voy a ello” -le respondo- Y cerrando de nuevo el maletín avanzo un pie para entrar en el azogue.



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