domingo, 24 de octubre de 2021

LA HEREDERA

  LA HEREDERA 

Llegas muy contenta del almacén de pinturas donde te han recomendado a un profesional que es un miguelangel. Todos celebramos este hecho pues es cierto que la casa necesita un remozado urgente después de tantos años cerrada. Se te ve ilusionada por primera vez en mucho tiempo.

Nos enseñas el muestrario y coincidimos en que un gris claro le dará luz a los cuartos, ya de por sí oscuros por dar al interminable pasillo y al patio interior.

Tú, en cambio, te empeñas en lacarlo todo en rojo y negro. Te han cautivado unas fotografías de la última mansión decorada por el artista, al estilo chinesco. También opinas que el corredor se acortaría ópticamente entelado en seda estampada con ramas de cerezo y pagodas.

El horror reflejado en nuestras caras no te frena. “La vivienda es mía, el dinero de la herencia también así me voy a dar el gusto de tener un hogar de revista”.

Seis meses y medio y ocho mil euros después, el caserón de tus padres se parece a la mansión de Fu Manchú.

Tú continúas diciendo que ha quedado de película, obviando apellidarla de terror.

 

“Mi marido lleva toda la razón: yo también pienso que la casa está espantosa, pero mantendré que me encanta hasta “el día en que haga uso del seguro de deceso” y entrecomillo esta frase para que no se escapen las palabras y me hagan delación.

Podría haberme ido a una clínica de estética y quitarme veinte años, quince kilos y dos kilómetros de arrugas, pero no. La herencia de Tita Engracia dilapidada en laca china. 

Y eso que ignora la cuantía real de los costes, no han sido ocho sino treinta y ocho mil los euros que se ha tragado el caserón. 

Esta mañana, al despertar, sentí escalofríos al ver el techo tan negro y brillante; me pareció estar dentro de un zapato de charol. Y los azulejos rojos del baño imprimían reflejos de carne desollada a mi piel. Tuve que aplicarme las cremas con los ojos cerrados por la aprensión.

Mi señor esposo ha dormido en el pasillo, con la angustia de que en cualquier momento lo iba a sobrevolar un dragón.

No me he equivocado tanto desde que predije que mi matrimonio sería para siempre.  De esta nos divorciamos. Al tiempo.

D. W

*Publicado en “El Observador” el 22 de octubre de 2021

 

 


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