sábado, 19 de febrero de 2022

PEDANTONES AL PAÑO

 PEDANTONES AL PAÑO

Cada mañana descansamos sobre el semáforo curvo que casi abraza la carretera, sin temor a las luces de colores pues somos aves urbanitas. Desde aquí observamos a la fauna humana que deambula desnortada por aceras sucias y rotas.

No pasa día sin que alguien se resbale por mor de la película grasienta que alfombra el suelo. Jamás nos reímos y menos cuando le tocó a una hembra de pelo claro que suele llevar un chaleco con la palabra VOLUNTARIA dibujada detrás. La hemos visto muchas veces con silbato y megáfono defendiéndonos. A la pobre se le fue el pie con tanta mugre, quebrándose lo que en nuestra especie viene a ser un ala. Y es que a esta ciudad tan bonita nadie la espulga. Después nos echan la culpa de que son nuestros excrementos los que empuercan. Pues que se sepa, ningún pájaro fuma, masca chicle ni su motor escupe aceite. 

Por estos lares priva construir bloques de hormigón, inhóspitos para hacer nidos. Y cada vez dejan menos árboles que atraigan el agua, el cemento la aleja, eso lo sabe hasta un pichón. En otras ciudades norteñas, a pesar de que llueve con frecuencia, baldean y cepillan las calles para hacerlas amables. Aquí parece que lo gozan exterminando cotorras, jubilados e incluso, manzanos

Hace tiempo que cazar lombrices es una odisea, cuesta despegarlas del piso; encima multan a las personas que nos ofrecen alimentos para subsistir.

Gracias a que hay humanos tan gloriosamente animales como la señora del chaleco, el barbudo que va en bici y nos cura o la niña Luna que es un sol. Ellos valen por todos los demás pedantones al paño que van, en palabras de otro hombre bueno que se vio obligado a migrar precisamente por su bonhomía, apestando la Tierra.

D. W

*A Carmen, para que se mejore pronto.

 

 


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