viernes, 3 de abril de 2020

QUERIDO HIJO:

QUERIDO HIJO:
Hoy hace veintiún años que naciste. Recuerdo que me despertaron tus patadas bien temprano. A pesar de faltar todavía diez días para recibirte tuve claro que ya querías salir.
Mientras esperaba que se abrieran las puertas de mi vientre veía por la ventana el cielo, del azul más puro que haya habido jamás.
Las golondrinas lo cruzaban agradecidas al día tan perfecto, animándome con sus trisares: “¡ya mismo estará aquí tu niño!” creía entenderles. 
No te conocí hasta dos horas después de que vinieras al mundo, la enfermera te trajo a mis brazos que te acogieron ansiosos.
Venias comiéndote los puños, con hambre atrasada y rabiosa.
Te agarraste a mi pecho y te alimente con mi leche con antes lo hice con mi sangre. 
Te contaba, ya mayorcito, que las golondrinas se asomaron para verte y que revoloteaban diciéndose unas a otras, “Ya ha llegado Santi, que guapo es!”.
Te encantaba oír la historia de tu nacimiento. 
Este año no celebramos juntos tu cumpleaños, pero te prometo que el día que vuelvas haré la tarta de frutas con la que solo me atrevo en Navidad. 
Se que estarás bien junto a tus compañeros que ya son familia. Esta tarde nos conectaremos los cuatro en el éter virtual para intercambiar chalauras que nos saquen la risa.
Ya se que dices que “la vida es lo que pasa mientras la mami pone un wasaps”.
La vida, hijo, es lo no debemos dejar pasar sin exprimirla. 
Recibe un beso de tu madre. 
A 4 de abril de 2020. 
Mami. 



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