sábado, 28 de marzo de 2020

RARO DOMINGO

RARO DOMINGO
Dicen que “mujer refranera, mujer puñetera”. 
Mi suegra es una antología andante de estas frases populares, de hecho solo se expresa a través de ellos.
“No hay domingo sin sol ni mocita sin amor”, repite cada séptimo día de la semana aunque caían chuzos de punta. 
Pasa la cuarentena con nosotros, su hija no estaba tranquila dejándola sola. La ha puesto en el cuarto del niño, que ha pasado al sofá. Como es más alto que yo y le cuelgan las piernas decidimos que volviera a su cama, la abuela con mi mujer y servidor... al sofá.
Pero resulta que Bo, la mastina, estaba acostumbrada a enroscarse en él y al final, después de pelearme con ella las dos primeras noches he terminado por dormir en su colchoneta.
Amanezco hecho un ocho de croché.
“Agua que no has de beber déjala correr” me espeta mi mamá política al verme llenar un vaso. La miró estupefacto y me dice: “el que calla otorga” y se va chancleteando.
Con esto del virus no me atrevo a ir por churros pero deciden que los traiga de camino que saco a Bo y compro los seis molletes de Antequera. Alega mi suegra que “las penas con pan son menos”.
Bo trota ajena a todo,  remoloneando.
Me suena el wasaps: “Vísteme despacio que tengo prisa’ es el enigmático mensaje. Tiro de la perra y compro lo mandado. De vuelta a casa le da por cagarse, tiene suelta la barriga y la lía bien parda. Cargado con tanta miga y su correa no tengo manos bastantes para vaciar la botella y al agacharme se me caen dos molletes en la pringá. 
“”¡Ezquerozo!” me increpa una señora con pasamontañas, la barra de viena como salvoconducto . Y yo allí con cara de idiota y los guantes emborrizáos en mierda.
Llegamos arriba con la lengua fuera, me siento en el sofá pero Bo me echa.
“Las cosas claras y el chocolate espeso” sentencia mi suegra. A mi la espesura me recuerda la plasta acabada de quitar y no desayuno.
Se lanzan como palomas voraces sobre el botín y a poco no queda ni un tejeringo. 
Me arrellano en un sillón y meto la nariz en el móvil.
“De fuera vendrán que de tu casa te echarán”, mascullo.
Esta vez soy yo el puñetero refranero.
D. W. 
*Este relato fue publicado por la revista “El Observador” el viernes 27 de marzo de 2020. 

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