martes, 4 de febrero de 2020

GRADUACIÓN

GRADUACIÓN 
Su hija iba a ser la primera de la familia en ser universitaria. Estaba orgullosa de su tesón e inteligencia y de haber podido ayudarla a conseguirlo.
Ese día escogió vestido, zapatos, abanico morado y un bolso de corcho. Guiños que su hija entendería.
Sentada entre la exultante concurrencia se abanicaba para bajar las calores propias de la época y de la jodía menopausia.
En el escenario, tras las bandas que debían entregar, se acomodaban la plana de profesores y acólitos de la universidad.
Como es preceptivo cada uno soltó su discurso.
Empezó un catedrático de tal manera:
_”No puedo creer que las preciosas jovencitas que veo aquí vestidas tan elegantemente sean las zarrapastrosas que durante tres años no se han quitado el vaquero roto y las deportivas”.
La primera en la frente, ignorando además la mitad masculina del curso.
_”Quisiera que repitierais la carrera para veros de nuevo así, arregladitas”.
El aleteo violeta del abanico quedó en suspenso. La madre no podía creer lo que oía. A su alrededor nadie se inmutaba sino que asentía. Le dieron ganas de gritar “¡Machista!”, pero su marido le pegó un puntapié.
Pasó a hablar otra honorable recalcando lo bonitas que estaban todas. “Así, con tan buen aspecto os será más fácil encajar en el nicho laboral”
Mamá explotaba. Papá temía que tronara.
_”La niña debe estar que trina”.
_”Calla y no metas la pata!”
El bochorno que le subió desde el vientre no tenía parentesco con sus hormonas.
Hablaron los alumnos usando los vocablos como seguramente no habían aprendido a hacerlo allí. 
Puesta su hija ante el atril supo que recogería las perlitas derramadas y haría un collar.
 Y no se equivocó: 
_”...Pues será nuestra capacidad y la forma de usarla, estando al día en la profesión que hemos escogido sin estancarnos en los conocimientos aquí recibidos, lo que hará posible ingresar en el mercado laboral y permanecer en él.
La apariencia nos precede aunque la mejor carta de presentación serán los modos. Y los hechos el ancla”.
El párrafo eclipsó su Palabra de Honor rojo. Hermosa y fuerte aunque se cubriera con un saco.
Alma Mater quedó en madrastra.
D. W. 
*Este relato fue publicado en la revista “El Observador” el viernes 31 de enero de 2020. 

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