jueves, 16 de junio de 2022

VERANO DEL 82

 VERANO DEL 82

Recuerdo que ese domingo soplaba un terrá que hasta el sol remojaba sus tentáculos en la piscina de aquel hotel de Torremolinos, repleto de turistas y pudientes autóctonos, pues se podía disfrutar de él pagando una entrada. A nosotros nos gustaba ese ambiente porque solían frecuentarlo bastantes pijas y esa cualidad, a los chavales de barrio, nos ponía burros.

Celabrábase el Mundial del Naranjito y todos andábamos locos por el fútbol, máxime cuando varios de los partidos se disputaban en “La Rosaleda”, entre ellos el de la selección escocesa, cuya Tartan Army había tomado las calles malagueñas desde que bajaron del avión con faldas y a lo loco. Debido a las calores los encuentros no podían celebrarse antes de la caída de la tarde, así que los hooligans mataban el tiempo remojándose, más por dentro que por fuera.

Sonaba Miguel Ríos en un loro guapo de dos altavoces mientras los guiris entonaban cantos en gaélico, o a saber, que con la cogorza no los hubiera entendido ni un intérprete de la ONU.

Fue después de almorzar, con la modorra a la que induce una barra de pan con tortilla de papas, cuando se formó el guirigay. Aunque siempre alquilábamos las hamacas lejos de la bulla para evitar salpicones pudimos ver que de tanto besar los vasos uno del clan se había caído de culo. Acudieron en su ayuda los compinches que, escurridizos por el copertone y perjudicados por los tientos, iban derrapando encima del caído formando una almáciga de pelirrojos. La concurrencia, siempre cruel cuando se trata de trompazos ajenos, se desternillaba ante tal sketch de cine mudo. Confieso que nosotros también.

El accidentado Braveheart de pacotilla, incapaz de soportar la burla, se puso color carabinero, descargando su rabia sobre la espalda del espectador más cercano, tirándolo al suelo y apretándole el gaznate.

Me apena decir que asistimos al ataque apollardáos, incapaces de actuar, pero es natural, la poca edad y el bochorno del ambiente nos disculpan.

Durante unos segundos solo se oyeron los improperios del escocés salpicados de saliva de alta graduación mientras el muchacho se azulaba. Fue su novia la única que tuvo arrestos para subirse al lomo del charrán y arañarlo. Este se revolvió furioso, dispuesto a darle un puñetazo, aunque el brazo quedó en el aire al ver que quien se atrevía a retarle era una chavala en bikini que lo sacó del pasmo con un bofetón y la palabra justa: ¡cobarde! a la que el tono hizo no necesitar traducción.

 

Así amansado, la manada se lo llevó debajo de una sombrilla a rumiar su bellaquería con vergüenza Highland. Después de parlamentar entre ellos volvieron con una botella de whisky, ancestral costumbre celta para pedir disculpas y todo quedó zanjado a pesar de que la valentona no se fiaba. Entonces el arrepentido, en una ceremonia impropia del marco, se puso de rodillas ante ella ofreciéndole en prenda de buena voluntad una bufanda de lana a cuadros amarillos.

La muchacha aceptó el gesto, que no el agua de vida, ciñéndola a las caderas igual que un púgil su cinturón. Los guiris aullaron aplaudiéndola y nosotros deseamos que el destino nos hiciera topar con una paisana como esa para madre de nuestros hijos.

 

El resto de la tarde transcurrió tranquilo, mirando con disimulo a las tías tras los cristales verdes de las Rayban regaladas por terminar el COU y chupando un frigopié entre calada y calada al rubio. Los escocíos también estuvieron formalitos, quitando que uno casi se ahoga por quedarse dormido dentro del agua.

 

Hoy, que no peino canas porque carezco de pelo, me he acordado de la anécdota tras leer en algún sitio que han pasado cuarenta años desde la fiebre naranjil. Yo, menos por la calvicie, estoy igual que entonces. Sigo mirando tras las gafas de sol a las pijas, aspirando rubios y haciéndome el lila para no meterme en conflictos, lo que viene a ser un hombre cabal, un partidazo.

No me explico el por qué aún no he encontrado a la mujer dispuesta a dispensar por mí, si hiciera falta, una buena torta malagueña.

D. W



3 comentarios:

  1. Maravilloso relato, en tu línea habitual👏👏👏, recuerdo aquellos días y asistí al Unión Soviética vs. Scotland en la Rosaleda, 2-2.

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  2. Cómo siempre, se me hace corto, seguiría leyendo, 👏👏👏👏

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