miércoles, 6 de enero de 2021

PERO MIRA COMO BRILLAN

 PERO MIRA COMO BRILLAN

Encendió la tele esperando distraerse de la pandemia, empeño inútil pues el Sorteo de Lotería de Navidad transcurría en un teatro vacío, aligerado de cualquier excéntrica clac. Él jamás había sido afortunado aunque trabajaba rodeado de amuletos infalibles, tan infalibles que su jefa, la Sacerdotisa Luna, fue de las primeras en cascarla. A pesar de conocerse bíblicamente no se contagió, lo que lo nimbó entre los devotos como “El Protegido”.

Las circunstancias habían vuelto esenciales los artículos esotéricos vendiéndose más que el gel hidroalcohólico. Desavenencias con Hacienda por no ser heredero oficial de la difunta le impedían abrir la Santería así que se lo montó en casa, teletrabajando de asesor vital (vulgo vidente) despachando online mercancía milagrosa made in China.

 

Aprovechó la mañana del 22 de diciembre para hacer la compra tranquilo, entretenido el mundo mirando sus décimos. De los congeladores al carrito saltó la pringacha precocinada que lo sostenía. No olvidó la imprescindible cerveza y el champán.

Subió fácilmente los cuatro pisos a pesar de tanta bolsa, topando en el rellano con la presidenta del bloque, a la que era alérgico; el violento estornudo le sacó la nariz de la mascarilla. 

—¡Prohibido estornudar en zonas comunes!

—Fue sin querer, doñita, -la disculpa salió de su cuidadora-. El infractor susurró un “perdón”, admirándole el espléndido trasero conforme bajaba.

Guardó la compra y se arrebujo frente a la tele que había dejado puesta para espantar ocupas; le horrorizaba tanto quedarse sin donde caerse vivo como otro confinamiento, huérfano del sexo extracontractual con su patrona. 

Soltó un lagrimón, la recuerda boqueando como pez fuera del agua. Por eso ya no come pescado, se le antoja una aberración por asociación de ideas.

 

Al bajar la basura se reencuentra con la muchacha, asomada a una mascarilla floreada. La suya es celeste pavisoso, de las quirúrgicas.

—Voy al centro a ver las luces, -dice- y se sorprende proponiéndole acompañarla.

Techada estaba la noche con estrellas led opacando las verdaderas. La Avenida Principal, convertida en verbena de invierno, atraía imprudentes luciérnagas desenmascaradas para el selfie.

—¡Vámonos!, si mi doña se entera de esto me bota...

—Ni lo sabrá, ni hicimos nada malo, -tranquiliza él-

—Si yo mandase... -la muchacha habla nerviosa-  repartiría las luces por toda la ciudad, ni un callejón sin ellas. Es injusto que estén arremolinadas, los enfermos y viejitos no pueden salir y hay niños que no tienen ni abeto.

 

La noche se enfría según dejan atrás las bombillas.

Llegando al portón se miran, imaginando los labios del otro, atreviéndose solo a rozar los guantes al intercambiar teléfonos. Entonces perciben un reflejo inusual en las pantallas. Siguiendo el tornasol, levantan la vista hacia el espejo convexo del garaje, el que delata ángulos muertos. Deseo cumplido.

El ojo de pez refleja el Bulevar con sus luces, empaquetadas en cristal de regalo, para toda la calle.

Dela Uvedoble    #unaNavidaddiferente

 

 


2 comentarios:

  1. Tu relato navideño me ha encantado. Está muy bien escrito. Yo formo parte de un grupo de escritores aficionados y cada semana publicamos en nuestros blogs relatos cortos (unas 350 palabras más o menos) sobre un tema que el domingo determina alguno/a de nosotros. Intentamos leer todos los relatos que se publican en el grupo y comentarlos. A lo mejor te interesa acompañarnos en esa aventura sin compromiso ni obligación. Mi blog se llama "Lazos y raíces" http://doroteafuldebenke.blogspot.com y te deseo un feliz y fructífero 2021. Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. 💜 Pues muchas gracias por la invitación, ya tengo tres grupos de escritura pero me encantaría participar eventualmente en el tuyo. He mirado tu blog y me dado a seguirte, espero haberlo hecho bien.
    Deseo para ti, igualmente, un feliz año.
    Besos.

    ResponderEliminar

SIEMPRE AMANECE

  SIEMPRE AMANECE   Emprendo el viaje una noche atravesada por el equinoccio de invierno. La oscuridad absoluta envuelve mi coche y solo p...