martes, 9 de junio de 2020

DELICIOSA

DELICIOSA
Mi monstera está triste, ¿que tendrá mi monstera ?. La adopté siendo bebé, en brazos la traje desde el vivero. Sus primeros años pasó en el tiesto cuna, luego en otro mayor a medida que pasaba de la niñez a la adolescencia.
Siempre estuvo sana pero cuando por fin llegó el día que pude arraigarla en un lindo arriate de ladrillos vistos hermoseo hasta regalarme sus extrañas flores cilíndricas.
Ambas estrenamos casa a la vez.
Casi veinte años juntas en paralelismo de vidas. Dos veces se ha quebrado su tronco, volviendo a crecer más rotundo. Varias me he roto yo y me he recompuesto.
De unos meses acá está triste, se volvió a tronchar precisamente cuando sus hojas alcanzaban mayor altura. Está perdiendo lozanía a pesar de que las últimas lluvias han ungido su cuerpo, aunque le dé a beber vitaminas cada mes, como hice siempre.
Parece que algo la devora por dentro, yo la examino y no encuentro nada que pueda dañarla. Se está apagando, quizá esté emprendiendo su ida, ignoro lo que vive esta planta singular.
Sus ancestros son selváticos, nacidos en Méjico y Argentina, pero ella sólo conoce el clima Mediterráneo y el Terrá malagueño así que de nostalgia es imposible que languidezca.
Ha convertido el diminuto patio en un vergel haciendo honor a su apellido, “Deliciosa”, no me haría a vivir sin su solemne compañía.
Me gusta, cuando hace bueno, desayunar sentada en el escalón,  muy cerca de ella. Me pregunto si no estaré robándole la energía como un Dorian Gray sin intermediario.
D. W.    (“Lo cotidiano”)


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