lunes, 2 de diciembre de 2019

EL MOTE


EL MOTE  (1969)
“Pa una vé que bajamo a Málaga...” decía llorando la Sensi, al lado de la cama donde yacía en coma su marido.
El matrimonio había ido a la capital un par de días, por mor de un papeleo, dejando a los niños con los abuelos.
Se hallaban cohibidos con tanto coche y edificio alto pero encantados de la hermosura de la ciudad.
Paraban en casa de un primo, que la familia pa eso está.
El día de la vuelta el Basilio, sin mediar accidente, cayó fulminado al suelo. La parentela lo llevó de bulla al Calhloaya . 
Tres días después aún no había recuperado la conciencia.
El Basi tenía apariencia de cadáver aunque un débil halo lo sostenía. La Sensi, rota, no se separaba de él.
Los médicos certificaron su muerte esa noche. La pobre viuda se puso tan mala que todos creyeron que habría entierro doble.
—¡Por tus sijos, Sensi, que se quean zolo!, le decían. 
Basilio descansaba en el tanatorio del hospital, dentro del ataúd, vestido con el traje del primo que le quedaba ancho y corto.
—Que pena de traje -susurraba la mujer del pariente.
—Mué... no lo ibamo a enterrá de trapillo... 
Llegaron sus hermanos dispuestos a acompañarlo y preparar el traslado a la aldea. 
Basi tenía un mellizo calcado a él, cuando Sensi lo vio entrar estalló de la impresión en un grito tan doloroso que las demás mujeres tuvieron que llevársela.
Solos ante el féretro quedaron los varones.
El Melli al besarlo afirmó:
—Mi henmano no está muerto.
—La pena te ciega, ¿no lo vé?.
—¡Que no, que no!, ziempre ha sío de tené mal coló.
Salió de allí zumbando sin dar explicación. Los demás pensaron que darse un paseo lo conformaría.
Volvió al poco con una lata de leche condensada y ante el asombro de los presentes emborrizó su dedo y lo puso en los labios del muerto.
Este empezó a chupar el apéndice endulzado. Algún color volvió a su rostro.
Aunque vivieron muchos años más, desde ese día pasaron a llamarse “el Melli muerto” y  “el Melli vivo”
Y bien poco que les importó.
Dela Uvedoble . 

Este relato apareció publicado por la revista EL OBSERVADOR el viernes 22 de noviembre de 2019. 

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