jueves, 4 de agosto de 2022

MAL DEL OJO

 MAL DEL OJO (Felisa y Andrés 12)

A los museos se debe ir temprano, con la cabeza clara y los ojos descansados para empaparse bien de todas las maravillas que albergan; así lo llevan haciendo estos dos desde su primer viaje juntos, que fue la Luna de Miel, pues hace cuarenta años a los padres de Felisa les hubiera dado un síncope viendo a su hija pernoctar fuera de casa sin estar casada. Es más, inmediatamente después de recuperarse del jamacuco, la hubieran desheredado por indigna

Hoy la mala suerte se alía contra ellos. Justo cinco metros antes de llegar a la taquilla se les cruza un batallón de vikingos dirigidos por un guía que blande un banderín amarillo. 

“No pasa nada, mujer-dice Andrés- estos vienen ya con las entradas en bloque”, pero al parecer se produce un fallo informático y la fila no merma ni medio turista.

   —Espera, voy a ver si nos dejan pasar ya que solo somos dos. Quédate aquí guardando el turno por si acaso. 

  —Muy bien pensado, cielo. 

No pasan ni tres minutos cuando un bedel hace señas a Felisa de que se acerque.

“Vaya hacia allí que está su marido sacando los tickets”. Ella sonríe “¡ay, muchas gracias!” y sube las escaleras muy tiesa, pegándose a la figura de Andrés que está de espaldas. Como es su costumbre se enhebra con suavidad al brazo masculino que da un respingo al sentir el roce de sus pechos aún pujantes, porque no es el brazo de Andrés sino el de un giri pelirrojo que también compra sus atuendos en Zara, cosas de la globalización. 

  —¡Ay, usted perdone, creí… 

  —Don’t worry, lady -tranquiliza el sosia de Andrés. Este la llama desde la fila de enfrente, “¿pero se puede saber que haces?”. Felisa cruza el ancho espacio pavimentado de hidráulicos y farfulla “¡ah, que estás ahí, había confundido a ese señor contigo! “Esa manía tuya de no querer ponerte las gafas… ¡si es más bajo que yo y más zanahorio!”. A él las canas le han atenuado el rojo de la testa).

“El pelo, la ropa..un error lo tiene cualquiera… -rumia Felisa queriendo cambiar de conversación.

 

Por fin están en las salas disfrutando de las pinturas. Se pueden fotografiar siempre que no se use el flash, así que Felisa se pone a ello para subirlas después a su fb. Andrés prefiere comprar el catálogo. La mujer da unos pasos para enfocar y, advirtiendo que su marido está ensimismado con una obra, decide incluirlo en el encuadre. Y dispara. Al oír el click el hombre se gira, estirando los labios hasta ensalivarse las orejas. “¡Mecachiendié, el tío de antes!” y se apresura a borrar la foto; “su” Andrés está justo detrás de ella. Con rapidez lo toma de la cintura para demostrar que no va sola. “La próxima vez me traigo las gafas, aunque me hagan mayor” -se jura mientras mira de soslayo y avergonzada “al otro” que le guiña un ojo con frenesí de alérgico.

D. W

 

Jamacuco= vahído, mareo grave 

Farfullar = mascullar

Zanahorio = pelirrojo 

Cachiendié= “me cago en diez” eufemismo prudente de una blasfemia 

 

 


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