viernes, 29 de julio de 2022

BARROS VARIOS

 BARROS VARIOS    (Felisa y Andrés 11)

 

“¿Y cómo está Juana?” -pregunta Andrés a su esposa nada más esta entra por la puerta, hociqueando para refrescarse con el aire acondicionado.

  —Bien, bien, mañana le dan el alta, pero vengo rabiosa.

El hombre dobla el periódico (aún los compra en papel) y la mira. 

  —¡Las calles están percodías!… y eso que la calima cayó a mediados de marzo.

Por instinto los dos se giran hasta el calendario de sobremesa (que también siguen adquiriendo en cartulina a una asociación solidaria) para comprobar que estamos a fines de julio.

  —Aquí, en la urba, pagamos la derrama y se limpió; también el centro luce más o menos adecentado, pero los barrios… ni aunque las casas rodeen a un hospital.

Felisa vive en un mundo propio, un chalet en donde huele a “jazmín y mar”, así le dicen las amigas cuando van a remojarse a su piscina. 

 — ¿No te habías fijado en los churretes de la cancha de fútbol, la fachada de la biblioteca…? -recita él, cortando con los suspensivos la lista infinita.

 —Sabes que siempre salgo en coche, pero hoy he tomado un taxi para librarme de aparcar en el llano desértico que pilla a medio kilómetro del sanatorio y encima hay que darle algo al gorrilla o te raya el capó. Me bajé antes para comprar merengues en la “Flor de harina” y resulta que me encuentro en su lugar una franquicia de aparatos para sordos…  entonces he seguido andando ¡porque no se va a visitar a un enfermo con las manos vacías! y me topo con fachadas sucias, socavones llenos de barro seco, señales de tráfico cubiertas con una capa de limo como corteza pan cateto… y un polvillo en suspensión que junto a los cuarenta y cinco grados de terralazo me taponaban la nariz. Al final, rendida y muerta de asco, tuve que aviar a Juana con una caja de bombones Nestlé adquirida en la tiendecilla del hospital. 

  —¡Encima eso!

  —Si, ya sé que esa Chocolatería helvética, como tú la llamas, pretende hacerse aún más rica apropiándose del agua potable para vendérnosla, pero la alternativa era un cucurucho de flores cercanas a recibir la extremaunción.

Felisa se arranca los zapatos pisando los talones del uno con el otro y se tiende en el sofá “Anda, cariño, dale más potencia al aire” Andrés le aconseja esperar un poco, pues no tardará en atemperarse. Aunque ellos sí pueden pagar el recibo de la luz le parece indigno contaminar más.

  —¿Sabes qué? -dice ella incorporándose- voy a escribir al Ayuntamiento quejándome de la falta de limpieza en las zonas periféricas menos agraciadas económicamente.

Andrés la mira orgulloso, por esos ramalazos de conciencia social quiere tanto a su pija esposa, aunque sabe que esos comentarios no se leen ni son tenidos en cuenta por ningún consistorio. Y se lo hace saber.

  —¿Ah, sí?, pues mira, yo soy íntima de la cuñada política de una prima carnal del alcalde, la voy a llamar para que informe a su pariente; lo mismo el hombre no tiene constancia de lo que la lluvia de barro ha ensuciado la ciudad, como va en coche oficial y solo hace footing por el paseo marítimo…. 

Felisa toma el móvil y marca. “Elenita, me hace falta el teléfono de la prima del alcalde. ¿Qué no te acuerdas del apellido? ¡Pues será Piquetas, hija, como él! Busca en la P.

D. W

 

 Percodías= muy sucias

calima= arena y otros sedimentos rojos del desierto suspendidos en el aire

Urba= diminutivo de urbanización

Gorrilla = aparcacoches ilegal

Aviarla= hacerla, contentarla, apañarla.

Terralazo = aumentativo de Terral, un viento muy caliente.

Piqueta= herramienta que sirve para derribar edificios




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