martes, 3 de diciembre de 2019

A LO GARÇON

A LO GARÇON  (1935)
Sobre la alfombra, una niña chica y tres muchachas reían.
Dos de ellas llevaban vestidos claros y envolventes, revelando la  figura liberada del corsé, la nuca despejada por lo corto de sus cabellos. 
Habían dejado los extravagantes sombreritos sobre el velador junto a los modernos bolsos cartera, para acomodarse con soltura  junto a la chiquilla y hacerle fiestas. 
La tercera mujer vestía sobriamente. Peinada con rodete sujetado por peinecillos su figura correspondía más a otro siglo. 
_”Que chamaquita linda” .
_ “Ay si…nosotras vamos a encargar dos aquí”.
Rieron la ocurrencia. Aunque acababan de conocerse la complicidad brotó enseguida. 
Eran mejicanas, recién casadas con dos hermanos malagueños, emigrantes prósperos y nostálgicos, devueltos en barco a la Madre Patria para saborear las mieles de nuestra luna. Primos lejanos no solo por kilómetros, conectados aún por un octavillo de sangre. 
 _”¿Te gustan las pulseras?” decían quitándoselas para que la chiquita jugase con ellas. Con dos años más le parecían mordedores que alhajas y se las llevaba a la boca.
_”¡Que requetebonito llevai er peinao!”, requebraba la trinitaria.
_ “Es la moda. Allá en Méjico todas lo gastamos así” 
_”En Málaga hemos visto que también se estila…  ¿tu no te atreves?, ¡órale!”.
Agachó la cabeza, su marido no quería. Opinaba que el cabello largo era un signo de feminidad irrenunciable.
Moría por cortárselo pero no se atrevía, más por no darle un disgusto al cónyuge que por tenerle miedo. Era un pan bendito pero de anteayer. 
 Las mexicas zalamearon al primo:
_”Comper… ¿Nos prestarás a tu señora un tiempito?. Tenemos   recaditos  por comprar en todos los comercios de Malaga. 
Ustedes mientras pueden platicar en la Casa de Guardia. ¡Y  chanflé!”.
Cedió por no contradecir a la parentela.
_”¿Dónde vais a ir las tres solas?”le preguntó más tarde algo escamáo, ya solos en la alcoba.
_”Solah no, acompañá la juna de la jotra”, contestó bajito  mientras la seda de la camisola resbalaba por sus hombros.
El resplandor nacarado eclipsó a todo el Imperio azteca.

Cuando entraron al salón de belleza y la sentaron en el sillón giratorio supo y se alegró de su suerte.
_”Prima, acéptanos este regalo, te van a dejar mas relinda que la Claudette Colbert”. 
Manos expertas deshicieron su moño, sintió un leve tirón, un chasquido y la liberación de un peso. En las manos de la peluquera, como un haz de espigas, brillaba su trenza. 
El esposo mudó la cara al verla. Siguió el juego ante las taimadas Dalilas pero pasó varios días sin hablarle a su costilla.
Al fin, Lisístrata siempre gana las batallas.
Cuando se dijeron “hasta pronto” aquel verano del 35, no podían imaginar que no volverían a verse. Una guerra es más insondable que un océano.
La melena a lo garçon fue su talismán. A la inversa de Sansón le dio la fuerza para enfrentarse a los tiempos filisteos.
Y sobrevivirlos.
 D. W. 

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